10/31/2012

UFFFFF TERAPIA






La terapia es cosa seria.
Conozco personas opositoras que argumentan: “yo nunca le contaría mi vida a un extraño, por eso es que no hago terapia” y terminan contando sus problemas al del asiento de al lado del colectivo, al peluquero (gran terapeuta sin título) o al primero que se le cruza por ahí dispuesto a prestarle una oreja.
Otro argumento es el famoso: “yo no la necesito, resuelvo solo mis problemas” y uno lo mira  pensando “bueno parece que aún no descubriste cuales eran, porque… en fin, desde acá afuera no se ven muy resueltos”. Es que en verdad estos son los que más lo necesitan aunque nunca lo van a admitir.
Y otro grupo importante es aquél que aunque no lo necesite, se transformó en un adicto a la terapia. El terapeuta tratando de dar el alta y el paciente que lo niega o en otros casos lo acepta, pero al poco tiempo busca un nuevo terapeuta. 
Dentro del grupo: bien, no me queda otra que buscar ayuda, me encasillé yo y allá fui buscando respuestas que no tenía.
Fue toda una odisea, de consulta en consulta, es que encontrar aquel que nos caiga bien es tan complicado como conseguir el ginecólogo para la mujer o el urólogo para el hombre, tareas difíciles si las hay.
Uno me dio un diagnóstico con solo quince minutos de charla y era tan desacertado que me causó gracia.
“Usted tiene el síndrome del nido vacío, es que la mujer a cierta edad se siente mal con un hijo adolescente”, eso me dijo y yo pensaba ¿Qué? ¿Cómo? ¿Yo síndrome del nido vacío? Pero si yo soy feliz con un hijo adolescente ¡recuperé mi vida! Nada de anda a hacer la tarea, nada de donde te dejo para poder salir, no, no, en verdad ¡estoy feliz! 
La segunda se olvidó que yo tenía cita y me plantó, si así fue, una hora la esperé y nunca llegó.
Y al final la encontré. Si esa era la psicóloga que buscaba y allí estaba.
Ahora debía pasar la otra etapa y esto es lo que siempre cuestiono a los psicólogos y ninguno sabe responder o ¿acaso será un secreto que los acompañará de por vida?
¿Por qué en la primera consulta nos hacen tantas preguntas que no terminamos de contar? Y entre el fijar horario, tarifa y modalidad, información sobre la corriente psicológica a  la que adhieren y etcéteras se termina el tiempo y ya nos tenemos que ir con todo eso en la garganta hasta la próxima cita (con suerte, si nuestra obra social nos permite, esta será dentro de dos días y si no una semana después).
¿Porque el límite de tiempo? Entiendo que con el transcurso de la terapia los treinta o cuarenta y cinco minutos alcancen, pero al principio, cuando uno tiene tanto para decir, ¿no hay forma de extenderlo o hacerlo ilimitado? Es que uno tiene tantas cosas guardadas adentro y cuando al fin logramos soltarnos y hablar, miran el reloj y nos dicen “bueno, seguimos la próxima”. Uf y ¿ahora qué hago? ¿Cómo me vuelvo a mi casa con todo esto?
¿Por qué lo monosilábico? ¿Es que en la universidad no les enseñan palabras además de mm, ah ah, aja y a poner cara de no pienso gesticular? Lo más largo que dicen es la matadora frase “¿y usted qué piensa de eso?” y a mi mente se viene la respuesta “si yo pudiese pensar algo sola no estaría acá”.
Y así, entre dudas y respuestas que logré yo misma, transité mi terapia, dos años exactos, en los cuales mi psicóloga estaba empeñada en que usara mi cabeza y escarbara en ella, hasta que al fin encontré algo sensato que se pudiera considerar una respuesta a mis problemas. En ese tiempo transcurrido me di cuenta que en verdad la vida contada en cuentagotas me sirvió  para descubrir que al final yo tenía todas las respuestas.
Y alguno me pregunta, “¿pero sirve en verdad?” y si, sirve en verdad, a mi me sirvió para darme cuenta que al final lo único que tenía que hacer era derrotar mis fantasmas, creer en mí y seguir adelante. 






EL GRAN AMOR





Cuando niñas soñamos con el gran amor, ese amor que nos llevará un día, ese príncipe encantado de los cuentos, el dueño de los castillos.
Luego, con los años, descubrimos que podemos tener distintos amores, los platónicos, los imposibles, los no correspondidos. Pero llega un momento en el que miramos los ojos de otro y una gran palpitación se apodera de nosotros, cosquillas en la panza, nos ponemos tontos como niños, sentimos ese no se qué que nos hace no querer separarnos, inventamos excusas para seguir hablando, pensamos que si por un momento nos alejamos de allí no lo volveremos a ver.
Y esas sensaciones se repiten una y otra vez aunque ya no lo tengamos a nuestro lado.
Y de pronto, mágicamente descubrimos que ese es el verdadero amor, el que queremos que nos acompañe de por vida, el que alegra nuestro espíritu, el que pone esa sonrisa tonta en nuestros labios.
Yo te encontré verdadero amor, una fría noche y aun te sigo teniendo, ahora, quizás por las circunstancias de la vida, un poco lejano, pero siempre presente, siempre conmigo para acompañarme, siempre alentando mis ideas locas, siempre sacando mis pensamientos tan locos como mis ideas de mi cabeza, demostrándome que todo es posible, que en verdad sos mi príncipe, el que no me deja caer, el que no me abandona, el que me colma de  felicidad cada día, el que me hace enojar y luego reír, el que seca mis lagrimas.
Y si, lo admito, seguís siendo mi gran amor, a pesar de mis errores, de esas locas decisiones tomadas en malos momentos.
Y te amo, aún te amo y no te puedo dejar ir, aunque me enoje, aunque tome distancia no puedo, porque en verdad mi vida no sería vida sin vos. Porque, ¿qué haría yo? ¿Con quién pelearía, ¿a quién le haría mimos y cosquillas? ¿A quién le robaría risas? No, en verdad ya no tendría vida.
Te amo, te amo, te amo, mi único y verdadero amor.






SIESTAS



Las siestas cuando somos niños pueden ser aburridas, pero no lo son tanto si uno las pasa en un pueblo con amigos.
Luego de almorzar y ayudar a mi abuela a levantar los platos, llegaba el momento de tratar de convencerla para no dormir la siesta.
-¿Puedo ver la tele en vez de dormir
- No porque vas a despertar al abuelo que está cansado después del trabajo.
- ¿Y si me quedo jugando en el patio, allá en donde hay sombra?
-No, porque sabes que el perro de al lado ladra cuando jugas ahí.
Y así seguía, pero mi abuela siempre tenía infinitas respuestas ubicadas después del no y me las daba a todas, hasta que yo, ya sin más excusas, me iba a mi habitación.
Allí me quedaba hasta que sentía un ruidito en el mosquitero de la ventana. Subía a la cama, abría las cortinas, corría muy despacito el mosquitero y saltaba al jardín y de ahí a la plaza de la esquina, lugar donde las fugitivas de la siesta nos reuníamos.
Cada una llegaba con un juguete y algún comentario para compartir: mi hermana cumple años mañana, mi papá está de vacaciones, mi mamá hoy me hizo un flan, la semana que viene me voy de paseo,  interminables comentarios  escuchados con atención,  allí sentadas bajos los arboles, acompañadas del sonido de las chicharras.
En algún momento se escuchaba el llamado de alguna madre que descubría a su hija fugitiva
_ ¡Uy, si ya se levanto tu mamá mi abuela se está por levantar!
_ ¡Si, mi mamá también!
_ ¡Y la mía! 
_ Vamos, vamos
Y así salíamos todas corriendo. Abría despacio la puerta del costado, esa a la que mi abuelo no le ponía aceite porque decía que así el sabia cuando alguien entraba o salía, pero yo lograba que no hiciera ruido y así,  despacio atravesaba el patio, la cocina, el comedor y entraba en mi habitación.
Uf menos mal que nadie se levantó,  pensaba mientras me sacaba mis zapatos y me tiraba en la cama.
Al rato aparecía mi abuela para avisar que la hora de la siesta ya había terminado.
_ ¿Y ahora, puedo salir a jugar abuela?
_ Si, ahora si
Y yo salía contenta nuevamente a la plaza, convencida que te había engañado. Pero no, yo sé que no podía engañarte, vos simplemente eras cómplice de mis travesuras.





ASÍ SE HIZO EL SILENCIO




Un día les pregunté algo y no obtuve respuesta. Y llegó el silencio, los días pasaron y la promesa de después te llamo y hablamos se fue con ellos. Y los días se transformaron en semanas, las semanas en meses y el tiempo pasó, sin noticias. Sin saber nada. Y no sé porque no me sorprendió.
Es que yo en el fondo sabía que mi decisión tomada llevaría a eso, al silencio, que no sería respetada ni aceptada y el silencio se hizo.
Y lo extraño fue que no me causó dolor, no me preocupó, es que en alguna parte de mi sabía que esto pasaría. Yo soy distinta a ellos, no pienso igual, me crié de otra manera, en otro lugar, y ellos nunca me conocieron.
Era la rara de la familia, la del pensamiento distinto, la más preocupada por los sentimientos, la que escondía, siempre que podía, su apellido para no ser comparada, a la que no le preocupaba el origen de los demás, la que en su familia no era bien aceptada. No respondía a lo que ellos me imponían.
Nunca conocieron mis historias de amor, no supieron de mi dolor ni se dieron cuenta que algo me pasaba, jamás notaron que alguien a mis dieciséis años me convirtió en adulta sin yo quererlo.
Y ahora ya estoy sin familia y no me pesó ni me pesa, lo único que causa dolor es el pensar en si es bueno o malo no sentir y me convenzo que en verdad no es malo porque el sentimiento debe ser recíproco para que sea verdadero.
Aún ahora, ya adulta, ellos siguen ignorando mi historia, tuvieron una hija a la que no conocieron y ya es tarde, el tiempo jamás vuelve atrás y yo tampoco deseo mover las agujas del reloj en el sentido opuesto.




10/25/2012

HERMOSA VIDA


El día deja pasar a la noche
Y la noche al día
Y así transcurre mi vida
Entre días y noches
Entre noches y días
Así transcurren mis sueños
Sueños que le dan razón de ser a mis días
Días plenos a veces de amargo dolor
Días plenos otras veces de hermosas alegrías
Pero todo ello sumado
Hacen que mi vida sea eso
Simplemente mi hermosa vida
Mi hermosa vida
Transcurrida entre llantos y sonrisas







ALMA DEL BOSQUE






Caminando, en un camino de tierra, sin sentido ni rumbo fijo, sin tiempo, sin saber si era real o imaginario, zigzagueando por un bosque oscuro. Grandes árboles alrededor, la luz apenas podía traspasar sus copas y se metía con sacrificio entre las hojas.
Era difícil poder orientarse en el lugar, simplemente quedaba seguir el camino marcado y andar.
El aire se sentía pesado, olor a tristeza y humedad, las hojas y ramas crujían con los pasos y junto al sonido del viento en las copas eran los únicos que se podían escuchar.
Sombras negras en un paisaje negro, no se podía encontrar allí una salida, todo era bosque y al caminar hacia su corazón todo se volvía mas lúgubre, el aire era irrespirable, en su mismo centro.
Sentada en ese suelo húmedo,  alfombrado de hojas y musgos, apoyada en un tronco áspero que se hacía sentir en  la espalda, una figura allí estaba, los ojos cerrados, no se sabía si durmiendo o pensando. Una figura negra que se confundía con las sombras del bosque.
A lo lejos, una pequeña luz, muy despacio se acercaba, una luz blanca y brillante y a su paso el paisaje cambiaba.
Poco a poco, y a medida que avanzaba,  la luz tomaba forma humana.
Una figura blanca a la figura negra lentamente se acerca. Extiende su mano y acaricia apenas rozando su cabeza. 
La figura negra, ahora despierta,  se incorpora y ambos se funden en un abrazo que a todo el bosque transforma, la luz ahora es plena, se siente como si arriba se hubiese disipado una gran tormenta.
El bosque escuro cambia totalmente, el aire ahora es puro, los rayos de sol pasan libres entre  las copas y con las hojas juegan, el suelo se transforma en una verde alfombra y los pájaros tranquilos vuelven a los nidos.
La paz, la calma, el color y todo lo bello a ese oscuro bosque regresan de la mano de una caricia que simplemente rozó una cabeza,  como un pequeño toque al alma de ese bosque tan negro.



PARA MI HIJO




Un día nos llega una personita a nuestras vidas, una cosa chiquitita, hermosa, y nos convierte en padres. ¡Padres! ¿Y ahora qué hago? Y aprendemos con ellos, bueno, a costa de ellos, cometemos algunos errores, sentimos impotencia porque no habla y no sabemos qué le pasa, lo mimamos, lo malcriamos, nos enojamos, caminamos como zombis porque no nos dejan dormir y finalmente nos convencemos diciendo:  bueno, ya va a crecer y todo va a mejorar.
Y sí, ya creció, pasamos la infancia, las fiestas infantiles, jugamos, nos reímos, nos enojamos, lloramos con sus logros y seguimos sin dormir cada vez que le daba fiebre, obviamente siempre de madrugada.
Y esa cosita chiquitita siguió creciendo y nosotros con ella, pero eso pasó para los demás, para nosotros, padres, todo sigue igual, sigue siendo nuestra criaturita, seguimos jugando con él, nos seguimos riendo
Ahora habla pero tiene un piercing en la boca o un eterno chicle o la ortodoncia, en fin aun no le entendemos lo que dice y ahora sale de noche por lo que nosotros seguimos sin dormir o sea andamos por la vida como zombis.
Es nuestro hijito, nuestra criaturita y la amamos con todas nuestras fuerzas y lo seguimos malcriando cada día más y constantemente lo molestamos para hacerle saber que estamos acá con él.
Te amo hijo, sos todo para mí, pero por sobre todas las cosas sos mi hijo.




ABUELA, ¡CUANTO TE QUIERO!

Sentadas a la mesa de la cocina, tomando el desayuno, vos me decías que no te sentías bien, que habías tomado tus pastillas y comenzaste a contarme cosas de tu vida, y yo atenta escuchaba, siempre me gustaba oír tus historias.
Aun recuerdo cuando en las noches de inviernos me contabas historias mientras me enseñabas a tejer y luego con el café y la copita de licor, traías tu caja, tus fotos, tu álbum de recortes y me mostrabas tus tesoros.
Pero ese día fue especial, algo había que lo hacía distinto. Estoy segura que había algo que vos sabías y que yo no comprendía y me hablaste de las cosas que te gustarían para tu muerte y me pediste que cuidara al abuelo cuando vos no estuvieras y me confesaste tu miedo al pensar que esa sería la última vez que me verías y yo te contaba cosas tratando de cambiar el tema.
Y no sé cuantas horas pasaron, pero de un momento a otro los médicos entraban y salían. Yo, afuera, alejada, fumaba sin siquiera reaccionar, mirando todo como en una película.
Y luego, alguien te concedió siete días más, pero ya estabas dormida, aun recuerdo el pip pip de los aparatos, el frio del pasillo del hospital, el viaje para que volvieras a descansar en tu lugar tal como lo querías. 
Y yo seguía sin entender que había pasado y cuando al fin reaccione, llore, llore y llore, nada ni nadie podía  ya contenerme y consolarme.  ¿Qué seria ahora de mí sin vos? ¿Quién me escribiría esas cartas llenas de amor y aliento?
Y recordé nuestra charla y me di cuenta que en verdad vos sabias, sabias que esa era la última vez que nos veríamos y a veces, cuando lo pienso siento que yo perdí mi última oportunidad de abrazarte y decirte cuanto te quería.




Y EL DOLOR VA Y VIENE.


Es una puntada en el corazón que se dispersa por todo el cuerpo, invade cada milímetro de mi ser.
Dolor profundo, que lastima, trato de evitarlo, busco la forma de sacarlo, pero él sigue empecinado en un eterno ir y venir.
Son los recuerdos, que como destellos vienen, que duelen y vuelven a lastimar casi como la primera vez y temo, a veces temo volver sin quererlo a esa zona oscura de mi mente que me hace perder todos mis sentimientos y con la fuerza, la poca fuerza que me queda en ese momento trato de despejarlo. 
Seguir adelante es mi única meta y hacia ella, a veces con gran esfuerzo, me dirijo.
No sé si el fin esta cerca o lejos ¿es que alguien me lo podría decir? Lo único que sé es que mi alma por momentos pide paz, es que mi cuerpo pide un descanso de tantos dolores que el dolor le provoca.







10/24/2012

ATARDECER EN LA RUTA


"Atardecer" - Autor: "Aguavertiente"(Acrílico sobre tela 50 x 80 cms.)



El sol cae suave detrás de la montaña desplegando una paleta de colores del amarillo al rojo, pasando desde suaves a intensos naranjas, el cielo celeste se tiñe con leves franjas rosadas, todo eso sucede detrás de las montañas.
De este lado, las sierras toman variados colores azulados, a sus pies el llano. Pequeños grupos de árboles con ramas desnudas esperando las hojas que las van a vestir, algunos pinos y arbustos los acompañan. La tierra abierta en grandes surcos dibujando perfectos cuadrados.
Hacia el otro costado, luces redondas se van encendiendo, círculos brillantes que indican la presencia de un pueblo.
Más acá, el alambrado marca el fin del paisaje. Aquí la ruta que corre paralela a las montañas, cemento negro bordeado por la más bella naturaleza.




ANGELICA

Se levantó como todos los días.
Se vistió, tomó su desayuno y emprendió el viaje hacia su trabajo.
Lo esperaba un nuevo día de tediosa rutina.
Era verano, el clima agobiante afuera. Durante la noche había llovido y ahora el sol implacable levantaba todo el vapor de los charcos tocados por sus rayos.
La gente caminaba apresurada, todos con caras que en nada reflejaban alegría.
La ciudad despertaba, los vehículos aumentaban en cantidad y todo eso lo agobiaba aún más.
Llego a su oficina, revisó una montaña de papeles, acomodó carpetas, atendió llamadas. Eso era lo que hacía día tras día.
En un momento giró la vista sin mirar y sus ojos se toparon con un marco, en el la foto de una niña le sonreía.
Lo tomó, observó detenidamente el retrato, lo acarició con la punta de su dedo y se le dibujó una tierna sonrisa, seguida por una lágrima que brotó de sus ojos y se deslizó suave por su rostro.
Recordó todos esos momentos vividos.
Sus juegos en la plaza, los paseos, los cuentos que le contaba antes de ir a dormir.
Todos se agolparon en su mente queriendo salir.
Recordó el momento exacto en que la perdió.
Ella en su bicicleta rosa, su cabello negro y lacio, su jardinero a cuadros, le sonreía y lo llamaba.
- ¡Papá, papá, puedo andar sola en bicicleta!
- ¡Te veo hija, te veo! – contestaba él mientras ambos se regalaban la más tierna de las miradas.
Maldijo en voz alta el momento en que le regaló la bicicleta, el momento en que la llevó a la plaza para que aprendiera a usarla, el momento en que se distrajo y todo ocurrió.
Sus lágrimas ahora corrían de prisa por su rostro, su corazón volvió a partirse en mil pedazos.
Sintió que la oficina se achicaba hasta aplastarlo, sensación de asfixia, tengo que salir de acá, se dijo.
Tomó apresurado su saco, abrazó el portarretratos y partió.
Caminó sin ver, sin saber pero sabiendo a donde iba.
Caminó sin cansarse, no sentía sus piernas, tropezaba con la gente y seguía.
Llegó al lugar, nunca había podido ir allí, ni siquiera sabía el lugar exacto en el que estaba, pero sintió como una mano suavemente lo empujaba.
Se detuvo.
Como si hubiese sido un designio dado por los padres leyó el nombre grabado en la piedra, Angélica.
Se arrodilló. Las únicas palabras que pudo pronunciar fueron – perdón hija, perdón por no haberte cuidado como debía.
Sintió una suave caricia en su cabeza.
- Papá, no fue tu culpa – escucho clara la voz de su hija.
- ¡Hija, Angélica!, ¿Dónde estás? – sobresaltado preguntó.
- Papá, aunque no me veas yo siempre estaré con vos, estoy en tu corazón.
- Hija, ¡te quiero!.
- ¡Yo también papá!, y estoy, estoy acá y en todos los lugares que estés por siempre.
El ya no sabía si era producto de su imaginación o no, lo único que si sabía era que una ráfaga mezcla de paz y amor ahora lo invadía.
Volvió a mirar la piedra.
- ¡Angélica!, hija, siempre vas a estar en mi corazón y te llevare con mi mejor sonrisa.
Se incorporo y partió.
Ahora sale de su oficina después del trabajo y parte todas las tardes al cementerio. Lleva flores, globos, muñecas y su merienda, se sienta allí frente a Angélica y mantiene largas horas de charlas y risas con ella.




10/23/2012

AMISTAD A LA DISTANCIA




Amistad a la distancia,
Es la nuestra desde que nos conocimos.
Amistad a la distancia,
Es la que unió nuestras melancólicas almas.
Amistad a la distancia,
Es la que compartimos en la sala entre música, risas y charlas.
Amistad a la distancia
Bella y doliente amistad.
La que no me permite darte un abrazo cuando sobran las palabras.
La que no me permite en tu gran dolor secar tus lágrimas.
La que no me deja mirarte a los ojos para asegurarte que a tu lado estoy.
¿Pero sabes algo amiga?
Para nuestras almas no hay distancia
Para ellas no existe la distancia
Porque pase lo que pase ellas pueden viajar a unirse con su alma amiga.
Pase lo que pase ellas siempre pueden estar unidas.
En los momentos de grandes tristezas
O en los momentos de grandes alegrías,
Nuestras almas viajan a darse ese abrazo que tanto se necesita,
A secar esas lágrimas que se nos quedan en la garganta.
Amistad a la distancia es la nuestra amiga,
La que se desarrolla y atraviesa la pantalla
La que forjamos cada día
La que nos ayuda a superar la melancolía
La que simplemente
Se forjó y crece entre música, risas, charlas  y poesía.




LABERINTOS EN EL PARANA






A la orilla del río Paraná, en un lugar de Santa Fe, está el Club Náutico, hasta allí iba con mis amigas a pasar el día. Me encantaba ese lugar.
Desde la ribera se podían ver infinitas islas, todas verdes, los barcos de variados tamaños pasaban haciendo olas en el río.
Un día tuve la suerte de recorrerlo en lancha. El cielo semi nublado dejaba pasar algunos rayos de sol que se reflejaban en el agua poniendo en ella chispitas de plata.

La lancha parecía pequeña en un camino de agua donde el silencio absoluto se rompía con las olas que golpeaban en sus márgenes. Pequeñas islas de camalotes navegaban por el río poniendo su toque de color ¡eran tan verdes y brillantes bajo los rayos del sol!
Nos internamos entre las islas, el paisaje cambió completamente, el río, ahora, era angosto y a cada lado dominaba esa vegetación inmaculada, la claridad casi desapareció bajo un techo también, tapizado de verde, las ramas de enredaderas caían como cortinas, el sonido de los pájaros era lo único que se escuchaba.
Nos detuvimos un momento allí, en silencio, mis ojos se llenaron de todo aquel majestuoso paisaje, mis oídos se plagaron de los sonidos que emitían las aves, el aire era húmedo y se pegaba en la piel, se sentía el olor del río, mezcla de tierra, agua, vegetación y vida.
Sentí esa sensación de estar dentro de una película, es que el lugar, por momentos parecía mágico o de fantasía.
Luego, emprendimos el regreso, pero aún, a través de los años cuando recuerdo ese lugar, sigo experimentando la misma paz que me invadió en ese día.



AMOR A PRIMERA VISTA



Amor a primera vista sentí por vos, no sé cómo fue, no sé cómo, yo, que no creía mucho en esas cosas, que desconfiaba de los hombres, que en el fondo les temía, ahí estaba atontada, escuchando como hablabas, prestando atención a cada uno de tus gestos y a cada una de tus palabras, mirándote a los ojos y hundiéndome en ello llegué hasta tu alma.
¿Cómo puede ser? – Contemplándote pensaba- yo no creo en esto.
Bastó un día, una segunda salida y yo disfrutaba de tus besos y a vos completamente me entregaba totalmente confiada.
Y en esa noche te convertiste en todo para mi, amigo, confidente,  amante, el hombre con quien quería estar, el único en quien podía confiar.
Y hoy, veintitrés años después, ya nos conocemos totalmente, ya sabemos cómo y que somos. Nos basta una simple mirada para saber que pensamos.
Y seguís siendo el que me acompaña, el que mis locuras y proyectos avala. El que me hace reír, al que amo con todo mí ser, el que me hizo comprender que solamente me tenía que dejar amar y confiar.
Y seguimos caminado, con tropiezos y caídas, y ya no pienso di durara toda la vida. Solo disfruto de los momentos que compartimos y aun hoy me hundo en tus ojos y sigo buceando en tu hermosa alma.




ABUELO



_Vamos remolona, a levantarse.
Esas eran las primeras palabras que escuchaba en la mañana, abría mis ojos y estaba allí, una sonrisa, sus iluminados y pícaros ojos celestes y una gran bandeja con mi desayuno. 
_ Vamos, vamos. Tomá todo el desayuno, vestite y vení que te espero.
Recuerdo esa enorme taza blanca con una guarda, llena del más rico mate cocido, mis bizcochos con queso y dulce de batata y en un rincón algo, un pequeño regalo, lápices de colores, paquetes de figuritas, un juguete.
Terminaba mi desayuno, me vestía y salía a su encuentro.
Allí estaba, junto al mostrador
_ ¿Qué haces abuelo?
_ Acomodo las monedas – me decía
_ ¿Te puedo ayudar?
Primero era un no, luego giraba la cabeza y al ver mi cara de desilusión me acercaba un puñado de monedas
_ Bueno, buscá las que son iguales y armá pilitas altas como estas.
Yo feliz cumplía la tarea, ahí a su lado, sintiendo el olorcito dulce de su cigarro, ese que prendía y siempre descansaba en el cenicero.
_ No hay mas abuelo.
_ No, ya las acomodamos a todas – me respondía.
_Abuelo, ¿hoy viene el señor de las figuritas?
_ Si
_ ¿Me puedo fijar si hay un vale con premio?
_ Bueno
Y allá partía, sacaba la caja del mostrador, y él sabía lo que yo pensaba hacer, me sentaba en el piso y allí abría uno a uno los paquetes, las figuritas se iban amontonando y la caja ya estaba casi vacía.
_ ¿Y? – me preguntaba
_ No está abuelo – contestaba mientras seguía con mi tarea
_ ¡¡La encontré abuelo, la encontré!! – y corría a mostrarle el tesoro con una gran sonrisa – ¿Se la vas a dar al señor cuando venga así me trae mi premio?
_ Sí, claro, la dejamos acá para dársela cuando venga.
Y así transcurrían mis días. Aun hoy recuerdo el olorcito de su cigarro, el sabor del mate cocido con bizcochos con queso y dulce de batata. Y aun hoy recuerdo sus ojos celestes, casi transparentes, con su mirada tierna y cómplice avalando mis travesuras por ahí.
Te fuiste pronto abuelo, pero me dejaste tanta ternura y tan hermosos recuerdos, que aún hoy te sigo extrañando.




10/22/2012

LA CASA EN MEDIO DEL CAMPO




Eran vacaciones.
- ¿A dónde nos vamos? – pregunté yo.
- Un amigo me prestó una casa que tiene en el campo. Prepara tus cosas – fue la respuesta.
Mi valija estaba ya en el auto, subimos todos y partimos a un lugar para mi desconocido.
Luego de circular por la ruta, tomamos un camino de tierra que se unía a ella.
Legamos a una tranquera, mi padre la abrió y seguimos.
Al final se divisaba una casa, alrededor nada, monte y tierra.
No es que mis padres nos mintieran, es que no nos dieron toda la información, debieron decir que era una casa que estaba en el medio de la nada de un campo.
La casa era grande y sencilla, el dueño la abrió y  la mostro por dentro, un amplio living comedor, una cocina con todo lo necesario, tres dormitorios y un baño.
Dio las explicaciones sobre la electricidad y el lugar, nos mostró una bomba de agua manual que estaba atrás, - no se preocupen – dijo, el bombeau (aun recuerdo esta expresión) va a venir dos veces al día para cargar el tanque y me gusta explicar esto, era un tipo joven que llegaba religiosamente a la misma hora todas las  mañanas y bombeaba el agua manualmente durante un buen rato hasta que el tanque rebalsaba. Dejaba también  un balde que contenía “la leche recién ordeñada”.
Un día me preguntó si quería andar a caballo, le dije que no sabía y me explicó que podía traer uno al día siguiente y él me explicaría lo básico, que no me preocupara porque traería el más manso y así lo hizo.
A la mañana siguiente estaba allí el caballo, me dio unas instrucciones y me lo dejó.
Me subí, casi como si siempre lo hubiera hecho y partimos a recorrer el campo.
Dejé que el caballo me llevara por donde el sabia, después de todo yo no tenía donde ir, y comenzó poco a poco a alejarse de la casa.
Se internó en el monte, era un campo de tierra y espinillos, algunos pocos árboles verdes, cada tanto unos pastos con flores. El típico paisaje de un campo de sierras.
Estábamos lejos de la casa, lejos de la ruta, comenzó una zona con el piso forrado en piedra, llegamos al alambrado, el caballo giro hacia la derecha y siguió paralelo a él.
Al cabo de un rato la vegetación comenzó a ser un poco más verde y se empezó a sentir el ruido del agua correr, se sintió ese olor a tierra mojada, en el alambrado había una abertura y el caballo pasó.
Siguió caminado despacio y se detuvo casi como pidiendo que me bajara.
Me baje y camino despacio hacia el rio a beber.
Me senté en una piedra a esperarlo.
El rio corría manso saltando sobre algunas piedras, esquivando las ramas de algún árbol caído, se veían unos pequeños peces que nadaban entre las piedras que formaban pequeños diques en la orilla.
Algunos pájaros y loras pasaban entre las ramas de los árboles revisando sus nidos.
Nadie llegaba a ese lugar, no había allí ningún sonido que no fuera natural. Era el lugar ideal para una adolescente como era yo, a la que le gustaba tanto disfrutar de la paz y la soledad.
Y el caballo se dio vuelta, se acerco hacia mí y me miró como diciendo ¿vamos?, si, le dije, vamos.
Me subí y emprendimos el regreso, los dos en silencio, el con un andar despacio, casi como sabiendo que yo no tenía apuro en regresar y que disfrutaba del paseo.
Llegamos a la casa y el muchacho estaba bombeando el agua.
- ¿Y? ¿Cómo le fue con el caballo? Es muy mando ¿vio?
- Sí, claro que sí, es un caballo bueno.
- ¿Quiere que se lo vuelva a dejar mañana?
- Sii, me encantaría.
 Y así fueron todos los días mis paseos por el campo. Y los ratos que pasaba solitaria a orilla del rio llenándome de los olores, los colores, los sonidos de la naturaleza y haciendo que todo se impregnara tan adentro mío que aun hoy podría reconocerlos.



VIDA EN PÁNICO






¿Cuándo llegará el fin?
Estoy aquí sentada, no hay gente alrededor, pero no sé cuánto va a durar.
La mente es extraña y cada mente es única. Podemos encontrar ciertas coincidencias pero nada más.
Uno desea explicar lo que le pasa, pero no se puede, cuando lo hace lo miran como marciano y lo invaden de preguntas: ¿pero vos que sentís? ¿Pero cómo puede ser? ¿Pero te pasa solamente ahí? ¿Pero y cómo salís? ¿Consultaste? ¿Tomas medicamentos? y así en una lista infinita, son tantas y tan variadas que uno se siente peor de lo que estaba.
Finalmente la respuesta para cerrar el bombardeo es: mirá solamente lo entiende quien lo pasa, siento que me voy a morir, el aire no entra a mis pulmones, no soporto el lugar, ni la gente, puede pasar al aire libre o en un lugar cerrado, tomo medicamentos, hago terapia, pero eso solo mitiga.
Y así es, eso es el maldito ataque de pánico, pero como a todo lo malo hay que buscarle algo bueno, podemos decir que es la excusa perfecta para no ir  a donde no queremos :), ayuda a lograr una práctica de autocontrol de nuestra mente y de nuestro cuerpo para poder ir afrontando las situaciones traumáticas y más serias aún y sin ser vanidosos ayuda a sentirnos orgullosos de nosotros mismos, porque cada vez que vamos a esos lugares "prohibidos" por nuestras mentes o hacemos ese "algo" que no podemos hacer es una nueva batalla ganada y en verdad deberían darnos una medalla.
Por eso si padecés de pánico no estás solo/a, somos muchos, somos valientes, sobrevivientes de cada situación, yo hace muchos años que sobrevivo y acá estoy y si sos alguien que conoce una persona que sufre de ataque de pánico no lo bombardees a preguntas, simplemente alentalo, elogialo por el logro que tuvo, esa es la mejor y más grata manera de ayudarnos, no somos ni locos ni marcianos, no somos violentos, no contagiamos, no somos bichos raros, simplemente sufrimos del desgraciado ataque de pánico!! (Pueden reemplazar el desgraciado por otras palabras :) )



SE SUPONÍA (ELLOS ERAN MIS PADRES)




Se suponía que serían mi apoyo, mi compañía, que compartirían mis tristezas y alegrías, que cuando los necesitara allí estarían, se suponía, se suponía, se suponía.
Pero no, todo quedó en suposición. Un día en medio de la tormenta se alejaron, me dejaron sostenida en una endeble tabla y partieron para no volver.
Yo pensé que volverían, que algo les había pasado y que luego de pensarlo regresarían y estarían aquí y todos los días yo suponía, pero no, la suposición no se asemeja a la realidad.
Y aquí estoy, sigo de pie, con mi vida y ya no presumo nada, ahora camino mirando hacia adelante.
Ya está, ya fue, todo lo que debían hacer no lo hicieron. Pero hay alguien superior que en el medio de la tormenta y la inundación coloca más tablas y troncos, algunos conocidos, otros nuevos, algunos más lejanos y otros más cercanos y yo me aferré a cada una de ellos y ahora floto tranquila.
Descubrí que lo que simplemente hay que hacer es vivir, solamente vivir minuto a minuto sin suponer que alguien hará algo que debería hacer, porque como dice la canción "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" y yo de ahora en más, para bien o para mal me dejo sorprender cada día.




VIDA: GRAN ROMPECABEZAS



La vida es una caja con un gran rompecabezas. 
Cada momento vivido es una nueva ficha que termina dentro de la caja hasta que un día algo nos pasa, ahí la sacamos, limpiamos el polvo que acumuló con los años, despejamos una gran mesa y desparramamos en ella cada una de sus piezas.  Grandes sorpresas se develan ante nuestros ojos, algunas agradables, momentos felices, otras no tanto, pero todas encajan a la perfección y la verdad se va presentando ante ellos, por momentos causando gran dolor, impotencia, bronca, podemos sentirnos engañados, manipulados, despreciados, pero al final, cuando el rompecabezas está armado es cuando entendemos todo, comprendemos lo incomprensible, reaccionamos, sacamos lo bueno y lo malo.
Debemos mirar bien, analizar pieza por pieza y al final decidir seguir adelante, con la convicción que la decisión tomada es la única que vale y que pase lo que pase es lo que nosotros decidimos y esto es lo más importante, de lo que nunca nos vamos a arrepentir.
Yo ya lo decidí, pongo fin a esta parte de mi rompecabezas, sigo adelante con mis decisiones, con mi vida, con mi gente, lo guardo en su caja nuevamente e inicio una segunda etapa, un nuevo rompecabezas.
En definitiva, esto es la vida y hay que vivirla de la mejor manera y con la mejor gente.