11/10/2012

DOS EN LA ORILLA



El mar,
Inmensidad de agua,
Gran espejo de plata separando tierras.
Allí, a una y otra orilla la arena,
Alfombra dorada que bajo el sol destella.
En distintos continentes,
En distintos lugares,
Con distintas culturas,
Razas y creencias.
En un mismo momento,
Con un mismo gesto
Dos personas separadas por el agua,
Al infinito miran.
Dos personas
Detenidas en la playa
Cruzan sus miradas, mirándose sin verse.
Buscándose aun sin saber que el otro existe.
La coincidencia
La simple coincidencia o no.
Quizás también la voluntad.
Voluntad de conocer
A quien se sabe que esta
Del otro lado del mar.
Acto consciente o inconsciente
Que persigue el único fin
Que es conocer.
Pensar, que allá
Del otro lado del mar
Hay alguien del cual nada se sabe.
Dos personas que
De una forma u otra
Simplemente se perciben
Y atentamente se miran.




DIVAS DE LA LOCURA

Para Huella, el motor que me enseña cada día a amar mas las palabras y el valor que ella tienen para expresar todo aquello que esta en mi alma.
Para vos, Huella, la que siempre admira mis locos escritos, la que con su voz pone sonido a mis palabras. 


Aburrida y añorando mis épocas de chat, decidí entrar en yahoo, pasé por varias salas y desembarqué en poesía, debo confesar que hasta ese día no era lo que más me interesaba, pero allí me quedé. Me acomodé en la tribuna del costado, mirando la sucesión de palabras en el escenario y a los protagonistas recitar y pasar música.
En verdad ese día la sala estaba agradable y decidí ponerla como favorita.
Seguí entrando, conocí gente, me llené de palabras y música. Me enseñaron como se usaba el mic y allí fui por todo los implementos necesarios.
Una noche, aún la recuerdo, quedaba allí un Nick, Huella del aire, las dos estábamos en sala y compartíamos música mientras hacíamos nuestros trabajos, en verdad nos hacíamos compañía en la soledad de la noche.
Entre poesía, charlas y música fuimos descubriendo que teníamos mucho en común, formas de ser, historias de vida.
Y seguimos compartiendo sala y ahora se llena de momentos mágicos en los que simplemente nos reímos sin importar lo que nos pasa
Y ahí estamos durante horas,  nos seguimos haciendo compañía, algunos nicks entran, algunos se quedan un rato, aun no sabemos si están mirando y escuchando sin entender o sin creer lo que pasa, pero si vemos que la mayoría  entra y sale como huyendo.
Pero seguimos ahí, inventando historias locas, compartiendo tristezas y alegrías, riendo hasta quedar sin aire, a veces nos preguntamos porque será que no podemos ser más serias y bueno simplemente no podemos, es que la vida ya tiene su cuota de seriedad cubierta y para que ponerle más.
Y así estamos Huella y Mafiqui autoproclamándonos hippies, divas de la locura, compartiendo la sala de poesía, compartiendo tristezas y alegrías, en definitiva, simplemente compartiendo momentos de nuestras vidas.






EN VERDAD SON LINDAS MIS SIERRAS



Que linda es mi provincia. Sierras, lagos, ríos, arroyos, cada rincón tiene historia, cada lugar es un paisaje distinto.
Tomamos la ruta que rodea las sierras, árboles, arbustos, pasto, alguna construcción se puede ver entre las piedras.
El cielo azul, un sol cálido dando más esplendor  al paisaje, el aire es puro  y el silencio relajante.
Vamos subiendo sin darnos cuenta, el paisaje en un constante cambio, en algún sector todo es virgen y en otro vemos la mano del hombre, zonas negras y desbastadas por el fuego y en donde milagrosamente la vegetación comienza a abrirse paso. Manchas verdes sobre un fondo negro, hojas verdes en los troncos negros. Cosas de la naturaleza que todo lo puede.
Al fondo se comienza a divisar una pequeña mancha azul que a medida que avanzamos va creciendo, un lago aparece y domina el paisaje, abrazado por las sierras, rodeado de verde está ahí, tan azul que se confunde con el cielo, con reflejos de sol haciendo de estrellas en el agua. Todo allí parece estático. Y allí nos quedamos, respiramos la paz del lugar, llenando los pulmones de aire puro con olorcito a naturaleza, admirando el paisaje, absorbiendo los rayos tibios del sol, escuchando el silencio.
Si, en verdad, que lindas son mis sierras.



ME GUSTA




Me gusta apoyar mi cabeza en tu pecho y sentir tu corazón latiendo allí adentro.
Me gusta como tus brazos rodean mi cuerpo.
Me gusta como tu mano acaricia mi espalda y como tu mano juega con mi cabello.
Me gusta sentir tu tibia respiración rozando mi frente.
Me gusta con mis manos recorrerte.
Me gusta cerrar mis ojos y con mis dedos reconocer tu rostro.
Me gusta pegarme a tu cuerpo y sentir tu calor en mi piel.
Me gusta colocar mi pierna entre tus piernas.
Me gusta, me gusta, cuando estamos los dos, abrazados, simplemente abandonados al tiempo.



CADA DIA ME RECONOCIAS





Luego de unos meses de no poder viajar para verte, al fin pude ir.
Llegué a tu casa. Todo estaba oscuro, la tristeza flotaba en el aire.
- ¿Dónde está? – pregunté.
- En su habitación – recuerdo que alguien me respondió.
- Esperá – me dijo mi tía – ya no es la misma. La miré en silencio y entre a tu habitación.
Ya no usabas esa gran cama de bronce, la que compartíamos cuando yo era niña y el abuelo ya no estaba. Tus muebles tampoco estaban allí.
Ahora había una pequeña mesa con medicamentos y otros implementos. En un rincón, una cama de hospital, de caño blanco y frio y en ella estabas vos.
Acerqué una silla y te contemplé, estabas flaca, tu piel arrugada, tu pelo totalmente blanco y ondulado. Tus ojos negros como dos bolitas de azabache fijamente contemplaban el techo.
Fijamente también te miraba yo. No voy a llorar, no voy a llorar, eso me decía, si ella da vuelta su cara hacia mi tiene que ver una gran sonrisa, no voy a llorar, no voy a llorar.
De golpe tus ojos se posaron en mí.
- Hola abuela – te dije.
- Hola, hola – y me mostraste una sonrisa. Esa era la mejor prueba que me podías dar, la prueba de que aun me reconocías.
- Estás  linda abuela – te dije, sabía que eras coqueta y vos volviste a sonreír.
- Traéme mi muñeca que la tengo que vestir – me pediste.
Me levanté, fui hacia tu ropero, saqué tu muñeca, esa que aun tengo, la de cabellos largos y rubios. Busqué la ropa y dos cepillos para el pelo.
Te la di.
- Este vestido es nuevo – me dijiste – lo hicimos con una señora que viene todos los días y no sé porque se queda conmigo toda la noche.
- ¡Está hermoso! ¿Se lo vas a poner?
- Si.
Le cambiaste la ropa. Te di el cepillo. Me hice un lugar junto a vos, como cuando era niña, vos peinabas a tu muñeca y yo hacia lo que sabía que tanto te gustaba, tome el cepillo y comencé a cepillar tus cabellos.
Así te quedaste dormida y yo me quedé a tu lado dándote un abrazo.
Durante esos días que pude estar con vos repetimos una y otra vez la rutina. 
Yo era feliz de que cada nuevo día me pudieras reconocer.
Finalmente partiste. Antes de irte me dejaste tu muñeca para que fuera yo quien ahora la vistiera y arreglara su pelo. Ahí está, sentada en un estante de mi ropero, la saco, la abrazo y en ella te digo cuanto te quiero. 



MIS ESTADOS






Mis estados de ánimo son cambiantes,  mis presentimientos vienen y van, puede invadirme una inmensa angustia que me lleva al llanto sin motivo o una gran alegría acompañada de carcajadas.
En la búsqueda de ayuda y explicación solo comprendí que soy así, que el sentir es lo único que yo no puedo manejar y que debo dejar que el me domine y es así que me dejo dominar.
Lloro abiertamente, porque sé que las lágrimas limpian mi alma, rio abiertamente, porque sé que las carcajadas son los que mantienen joven mi espíritu.
Pido abrazos y doy abrazos a mis afectos, porque sé que eso me calma.
Aprendí, a los golpes, que los sentimientos hacia otros existen o no y si no están no se debe forzar su búsqueda.
Se quiere con el corazón y no con el cerebro y me arrepiento de no haberlo descubierto antes porque a lo mejor mi vida podría haber sido distinta. 
Tantas cosas que calle, tantos secretos guardados, tantos sentimientos no expresados, llantos contenidos, risas soltadas, momentos vividos que tanto daño le hicieron a mi cuerpo y a mi alma.
Y ahora lo sé, lo expreso y soporto mis sentimientos. Los que me llevan de la lágrima a la risa, pero ya con total libertad los dejo salir espontáneamente porque en definitiva, en verdad, y como me dijeron son ellos los que ahora me dominan.