6/28/2023
CUANDO LA VERDAD GOLPEA
5/27/2023
COLEGIO NUEVO ¿VIDA NUEVA?
5/24/2023
Y LLEGÓ LA SECUNDARIA
La adolescencia no mejoró nada, sino que empeoró todo.
Cuando uno vive a la sombra de alguien o de un apellido la vida puede ser muy dura.
Ya en primer año apenas me nombraban me decían a sos la hermana de …. Y no me quedaba otra que decir sí.
Las comparaciones son odiosas, no lo hagan, no le digan a nadie sos la hermana, la hija, la sobrina etc, de…. Porque ya marcan un condicionamiento, porque el ser algo de alguien no significa que seamos iguales ni para bien ni para mal, no lo hagan.
Ser la hermana de… hizo que yo hiciera todo distinto a lo que ella hacía, una porque éramos el agua y el aceite, no nos conocíamos (literal vivíamos bajo el mismo techo, pero yo no sabía nada de ella y ella no sabía nada de mí, hasta el día de hoy creo que yo se cosas de ella, pero ella de mí no sabe nada).
Yo estudiaba, pero lo mismo me llevaba materias a rendir que luego aprobaba porque las sabía, pero algo me frenaba y me decía no, hacete la que no aprendiste.
En todo ese proceso estaba el tema de no ver, mi miopía, yo, aunque me sentara en el primer banco no veía el pizarrón, por lo que nunca tenía mis carpetas completas ni podía copiar, siempre debía pedir a mi amiga sus carpetas y así poner al día las mías, era desgastante querer hacer las cosas bien y no poder.
En segundo año y acá viene el otro problema de ser la hija de…, una profesora, que iba a tener desde primero a quinto año, tenía un problema con mi padre por lo cual ya me había mandado a rendir dos años seguidos su materia, la cual no me aprobaba, no era una materia difícil y creo que las estudie tan bien que hasta el día de hoy las recuerdo.
Me desaprobó en primer año, me quedó previa y luego me desaprobó en segundo año por lo que me quedaron dos materias previas, el mismo día y luego de rendir con ella, debía rendir geografía y como era tanto el destrato y el estrés que esta profesora me hizo pasar se me olvidó todo lo que había estudiado de geografía, mi bloqueo era enorme, no me salía ni una palabra, me quedé muda completamente, recuerdo que la monja que me tomaba geografía llamó a mi madre para que fuera a buscarme y cuando habló con mi madre y la profesora, delante mío, la profesora me miró con cara burlona y dijo: “aunque te hubiese aprobado la hermana vos me vas a tener el año que viene otra vez o sea ahí ya vas a tener que rendir tres materias conmigo y como tampoco te voy a aprobar, lo mismo vas a repetir, por lo que yo creo que te conviene irte ahora del colegio y repetir en otro porque acá no vas a terminar nunca.”
Mi madre guardó silencio, la monja guardó silencio y nos fuimos.
Llegamos a mi casa, mi padre llegó del trabajo y preguntó cómo me había ido, mi madre le contó todo lo que había pasado y el no dijo NADA, absolutamente nada nunca, no fue a hablar, no pidió explicaciones, no se hizo cargo, nada.
Yo me fui a mi pieza y fue uno de los días en los que más he llorado. Aun lo recuerdo y se me caen las lágrimas, me sentía totalmente desolada, impotente y desamparada. Mi madre me abrazó y solo me dijo ya vamos a buscar un nuevo colegio.
Volví hablar con mi abuela, que fue la única que me consoló y le pedí que me llevara con ella, pero mis padres no aceptaron.
5/22/2023
Y COMENZÓ LA ESCUELA
5/10/2023
PREGUNTAS LUEGO RESPONDIDAS
Nunca pude saber por qué vivía con mis abuelos. Recuerdo haberle preguntado a mi madre y ella me negó que hubiese pasado tanto tiempo allí con ellos.
Pero la vida que pone todo en su lugar hizo que lo descubriera: mi padre estaba estudiando y ya tenían dos hijos, digamos que la tercera, yo, no estaba en los planes y tantos chicos en la casa le impedía estudiar asique optaron por enviar a uno, a mí, a vivir a otro lado. Esa fue la razón, 2 hijos molestan menos que tres. Cabe aclarar las diferencias de edades mi hermana me llevaba 3 años y mi hermano 1.
Nunca hagan eso, no dejen a sus hijos vivir una vida que luego le van a arrebatar cuando ellos no entienden el porqué, fueron momentos muy duros y se pusieron peor.
Cuando volví con mi familia no me sentía en mi lugar, sentía que esa familia no me pertenecía, extrañaba mi otra vida, mis amigas, era una niña de 5 años y no entendía. ¿Yo le decía a mi abuela porque no puedo ir a la escuela acá? ¿Porque no puedo ir con mis amigas? ¿Porque no puedo vivir acá? Y ella solo me decía porque tu mamá, tu papá y tus hermanos están allá.
La primera infancia es donde se produce la pertenencia, donde se generan los vínculos familiares, donde se logra el saber que uno forma parte y logra integrarse a ese grupo, no hablamos de solo sangre o herencia hablamos de una mente que se está formando y adaptando a lo que lo rodea, creando vínculos y afectos, aprendiendo dinámicas y costumbres. Esa es la importancia de no separar a un niño de su familia a menos que sea una situación extrema que requiera esa separación.
5/09/2023
UN CUMPLEAÑOS
5/08/2023
TÍOS
También pasaba tiempo con mis tíos, a dos casas de mis abuelos vivían dos de ellos, mi tío trabajaba en una fábrica y mi tía era maestra.
Cuando yo estaba en casa de mis abuelos veía venir a mi tía de la escuela con su guardapolvo blanco y un pesado portafolio y llena de libros, laminas, cuadernos.
Yo le decía a mi abuela me voy a la casa de la tía y allí partía a saltitos esas dos veredas, abría la puerta (antes las casas tenían sus puertas sin llaves ni trabas) la saludaba, ella me daba uno de esos besos llenos de cariño y me servía la merienda, merendábamos juntas, no importaba si yo ya había merendado, con ella volvía a merendar y luego recuerdo que desplegaba todo el material de la escuela, cuadernos de alumnos para corregir, pruebas y trabajos, llenaba su carpeta con todas las actividades y ejercicios para el día siguiente, llenaba planillas, hacía láminas y yo la miraba callada dibujando, leyendo o viendo los libros y cuadernos de sus alumnos. Eran unas horas hermosas compartidas.
Luego llegaba mi tío, sacábamos todo de la mesa y charlábamos allí hasta que nuevamente iba a casa de mis abuelos.
5/07/2023
A VECES LA VIDA...
A veces la vida nos pone pruebas y nos hace rememorar toda nuestra historia, lo que vivimos, y preguntarnos si fue así o solo es lo que nosotros nos armamos, eso me pasó y salí a buscar la verdad, mi historia, preguntando, investigando y rememorando conscientemente todo lo que me fue pasando para al final saber si estaba equivocada o no.
EL COMIENZO
Recuerdo que pasé muchos años con mis abuelos, maternos y paternos, de una casa a la otra. Vivía con ellos.
Mis abuelos maternos vivían en un pequeño barrio de 4 manzanas
Aún me acuerdo de esas cenas donde mi abuela me hacía los fideos con manteca que tanto me gustaban, la golosina que comía después, la delicia de los tomates que cosechaba en la quinta de mi abuelo y cuando le sacaba las verduras de allí para hacerle la comida a mis muñecas.
Arrastraba un banquito para poder llegar a esas dulces mandarinas o ciruelas, dependiendo la estación, que luego comía ahí, al píe del árbol como dicen.
Recuerdo también que me encantaba caminar descalza por ese jardín que mi abuelo tenía verde y cortado a la perfección, como una alfombra.
Me cruzaba a las casas de mis amigas donde jugábamos en el porche, sobre ese piso de mosaico tan fresco en verano, luego, nos íbamos a la esquina debajo de los árboles, donde cantaban las chicharras y nos hamacábamos por horas hasta que nos comenzaban a llamar para almorzar, tomar la merienda o cenar, es que nos pasábamos todo el día ahí jugando, charlando, pasando el rato.
Mis abuelos tenían una de esas mesas con bancos que son de cemento decorados con pedacitos de azulejos, el famoso mosaiquismo, a mí me gustaba saltar de banco en banco ya que la mesa era cuadrada y era muy divertido. Mi abuela siempre me decía te vas a caer, te vas a caer, hasta que un día me caí. Resultado: 3 puntos en la pera, creo que me cosieron sin anestesia porque hasta el día de hoy me veo la cicatriz y me duele aunque no sé si me dolió más eso o la jeringa de vidrio que se ponía a hervir y tenía una aguja larguísima, los antibióticos antes eran inyectables. Pero mis abuelos remediaron todo con un chocolate con maní gigante (mi debilidad hasta el día de hoy) y una muñeca, por haberme portado tan bien ah y el derecho a pasar todo el día acostada en la cama de ellos.
Otros días iba a la casa de mis otros abuelos, ellos vivían en otro lugar, pero a unos pocos kilómetros de distancia.
Allí no tenía amigas, pero me divertía muchísimo, le abría todos los paquetes de figuritas a mi abuelo, que para mi alegría tenía un quiosco, librería, regalería, etc, para buscar el que traía la sorpresa, ante su mirada cómplice, mi alegría fue inmensa cuando me salió un premio por un anillo, ahí andaba yo con un anillo de dudoso metal dorado y un diamante plástico encima, yo lucia mi joya con quien quisiera verla.
Nos poníamos en el mostrador a contar las monedas haciendo pilitas según su valor, luego, me iba al patio de atrás a tratar de agarrar un conejo y lo que más me divertía era “ayudarlo” a moler el maíz, molía una bolsa entera en una máquina que tenía allí colocada para darle de comer a las gallinas, por supuesto que no era ninguna ayuda, no olvido su cara preguntando ¿quién molió todo el maíz?
Me encantaba jugar en esa galería de mosaicos con olor a jazmines, donde colocaba un juego de botellón de licor con copitas tallado en madera, aún siento el olor de esa madera, amaba ese juego. Me sentaba con mis muñecas y jugaba a que tomábamos el café con otro juego de porcelana de mi abuela y una copita de licor.
Antes de irme, porque pasaba una semana en la casa de cada abuelo, llenaba una canastita rosa con tapita, como si fuera la canastita de Caperucita Roja, con todo tipo de caramelos, de menta y media hora para mis abuelos, masticables, chupetines, de maní con chocolate, bocaditos Holanda, etc. Mi abuelo me decía llenala pero la tapa tiene que cerrar bien y no hay más golosinas hasta la próxima semana y allá iba yo metiendo la mano en todos los frascos para llevar y compartir.
Mi abuelo fue la persona más permisiva, consentidora y complaciente de mis caprichos. El me llevaba todos los días el desayuno a la cama, no importaba el clima ni nada, le sacaba todo lo que me gustaba de su negocio, lápices, cuadernos, juguetes. Recuerdo que pasaba horas con el allí y hasta salíamos a pasear. No recuerdo a la casa de quién, pero si recuerdo que íbamos a la casa de alguien con un patio enorme y lleno de flores, con un piano en la entrada que yo tocaba, obviamente sin saber tocar. Él se fue cuando yo era muy pequeña pero nunca voy a olvidar el dolor y el vacío que sentí por primera vez por la ausencia de alguien.
Recuerdo que no entendía muy bien, estaba como atontada, pero hay escenas que no se me olvidan, mi abuela llorando en la cama y yo abrazada a ella, llegar a esa casa y que el ya no esté. Fue mi primer enfrentamiento con la pérdida.