Un día nos llega una personita a nuestras vidas, una cosa
chiquitita, hermosa, y nos convierte en padres. ¡Padres! ¿Y ahora qué hago? Y
aprendemos con ellos, bueno, a costa de ellos, cometemos algunos errores,
sentimos impotencia porque no habla y no sabemos qué le pasa, lo mimamos, lo
malcriamos, nos enojamos, caminamos como zombis porque no nos dejan dormir y
finalmente nos convencemos diciendo: bueno, ya va a crecer y todo va a
mejorar.
Y sí, ya creció, pasamos la infancia, las fiestas
infantiles, jugamos, nos reímos, nos enojamos, lloramos con sus logros y
seguimos sin dormir cada vez que le daba fiebre, obviamente siempre de
madrugada.
Y esa cosita chiquitita siguió creciendo y nosotros con
ella, pero eso pasó para los demás, para nosotros, padres, todo sigue igual,
sigue siendo nuestra criaturita, seguimos jugando con él, nos seguimos riendo
Ahora habla pero tiene un piercing en la boca o un eterno
chicle o la ortodoncia, en fin aun no le entendemos lo que dice y ahora sale de
noche por lo que nosotros seguimos sin dormir o sea andamos por la vida como
zombis.
Es nuestro hijito, nuestra criaturita y la amamos con todas
nuestras fuerzas y lo seguimos malcriando cada día más y constantemente lo
molestamos para hacerle saber que estamos acá con él.
Te amo hijo, sos todo para mí,
pero por sobre todas las cosas sos mi hijo.
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